Orlando Romero Harrington: Chávez quebró el cristal de la cyberpolítica
La batalla de ideas está en su fase digital, aunque Orlando Romero Harrington usa todas las armas posibles para el debate y no escatima tema, género periodístico ni medio para encararlo. Puede ser a través de su avatar en Twitter @orhpositivoatak, con artículos en Visconversa.com, el ElEstado.net o en las constantes entrevistas en Telesur donde es consultado sobre diversos temas de actualidad.
A finales de junio de 2009 pasó a ser el octavo blogger en el mundo gracias a la información que remitía en su bitácora personal sobre el golpe de Estado en Honduras. Comenzó a hacer unos apuntes sobre cyberpolítica que saldrán en formato libro. Como poeta está próximo a lanzar un poemario en clave de Hip Hop. Se formó como Profesor en Arte y desarrolló estudios en el área del diseño gráfico, del cual nunca se ha desligado, donde aprendió a transformar lo abstracto en comunicación, allí el discurso sobre el mundo digital está en constante transformación.
Afirma que nuestra generación se ha topado con lo digital y lo ha encarado de acuerdo a las herramientas que cada quien posee, pero que las nuevas generaciones vienen con conocimiento adquirido, al decir de los psicólogos. Son nativos digitales.
—¿Qué está generando en las personas esta era digital?
—Lo digital es una conciencia de que existe un mundo en potencia. El que tiene acceso a los medios digitales está convencido de que todo se puede hacer, está a la mano y es rápido. Se ha convencido también de que existe un lugar en donde puede satisfacer sus necesidades de manera inmediata y ese lugar es la red.
—¿La red es la utopía?
—La red es un mundo en potencia. Jean Baudrillard decía que es la expresión concreta de la potencia. Todo es potencialmente posible en la red. Es un constructo social esa noción de la red como omnipotente, donde incluso es un lugar en el que puedes estar viviendo.
—Jean Guy Allard dijo que Internet era su Patria.
—Es la misma noción que se tiene de la Tierra. Un habitante de la Tierra, por mucho que haya viajado, tiene una conciencia de que el Planeta es mucho más grande de lo que conoce. Lo mismo debería pasar con usuarios de la red, pero no sucede.
—¿Por qué no sucede?
—Porque la red es usada por 1,5 % de la población mundial. El alcance de la red es un iceberg. Estamos en la punta jalando el pico, pero la verdadera red está en la masa de hielo que está abajo. Por penetrar en ella Julian Assange está a punto de ser condenado a muerte y Edward Snowden está exiliado en Rusia.
—Creyeron que internet era libre.
—Delataron al sistema y quebraron los códigos que son supra estados, de empresas que de acuerdo con sus intereses no pueden salir a luz pública. Mark Zuckerberg en 2018 declaró que Facebook había perdido control de los algoritmos. Eso nos hace suponer que la inteligencia artificial está haciendo los algoritmos y es el temor que tiene la gente con la 5G. Van a entrar en el hábitat de las cosas. La máquina sabe mucho más de lo que podamos procesar. Se ha perdido el control. Skynet está a la vuelta de la esquina.
—Zuckerberg ha “perdido” el control, por ello ha decidido censurar a presidentes, el más reciente, Nicolás Maduro.
—Hay que ver a este personaje como un empresario. Facebook es una empresa en donde todos los usuarios son clientes.
—Todos consumen.
—Todos son vistos como una data para el consumo. Su Big Data fue hecha con ese propósito, con estudios emocionales, sociológicos, psicológicos, económicos, académicos, incluso literarios. La data que tiene Donald Trump es la del Servicio Secreto, que es básicamente la del negocio de Internet. Todo lo que hemos tecleado desde el día uno en esta red, está guardado en esos servidores. Que es la misma plataforma que utilizó Snowden. Porque nada está borrado. Allí están los correos, conversaciones, y el nuero de Trump, Jared Kushner, está elaborando la data del mundo árabe.
La Big data no es una data cualquiera
“El mundo digital requiere la intervención de ciencias interdisciplinarias”, sostiene Romero Harrington, no puede ser abordado desde un solo punto de vista, ni tampoco “creer que cualquier base de datos es una Big Data”, por más publicidad que se le haya dado, porque para construirla “hay que tener criterios geoterritoriales. El secreto no es que vas a pasar un mensaje por medios electrónicos y va a cambiar la conducta de las personas, sino la de generar cluster con esos algoritmos”.
—No es la data, tampoco el algoritmo…
—El truco de la Big Data no es un mensaje electrónico que te va a cambiar la conducta, es lo que se puede repetir con los demás. Es convertirte en agente transmisor del mensaje. Por eso triunfa Jair Bolsonaro con WhatsApp, algo que nadie lo había hecho.
—Fue más eficaz que los medios tradicionales.
—Bolsonaro ganó sin haber hecho un solo acto de masa público.
—¿Sin un solo mitin?
—¡Nunca habló! ¡Nunca hizo un discurso!
—Esto contradice a la tesis de que las redes digitales no representan la realidad.
—El tema es que WhatsApp es un canal caliente, un medio caliente. Quizás Telegram es un medio frío en donde te permite intercambiar fotos y archivos de alta resolución, incluirte en grupos, pero tu conexión, intimidad, es fría. En cambio, WhatsApp logró inmediatez de compartir mensajes.
—¿Será la costumbre del uso por ser uno de los pioneros?
—WhatsApp inaugura un fenómeno sociológico que se llama Comunión, que ya lo abordaba Inmanuel Kant, el tema de “Espíritu de Comunidad”. La estrategia de los asesores de Bolsonaro es identificar los valores que permitían la comunidad dentro de las redes. Buscaron primero los grupos de los evangélicos; luego, los anti Lula, que es toda la izquierda que quedó a un lado por el pacto que hizo Lula y Dilma Russef con el sistema para poder sobrevivir; y la derecha. El 80 % de la campaña fue basado en el rumor.
—¿Por qué no le funcionó en esta última elección a Trump?
—Por el voto electrónico.
—Regresamos al tema digital.
—Si, porque el tema del rechazo a Trump era muy evidente y no columpió la norma de todos lo que están en campaña electoral, que cuando el candidato es flojo, no hables de política, pero sí de natación, de futbol…
—Como Mauricio Macri.
—Macri es el hijo de la cyberpolítica.
—¿Qué hizo para merecer tal distinción?
—El primer decreto que hizo al ser presidente fue permitir que el Estado pueda tener acceso a todos los datos de los argentinos. A él lo asesora Cambridge Analytics.
—El escritor español Lorenzo Silva sostiene que Facebook es el McCarthy actual.
—¿Cuál es la importancia de que al Presidente Maduro lo censuren en Facebook? ¿Es la misma que censurar a Trump? Es el poder que tiene un empresario de controlar su empresa. ¿Qué pasa con Facebook? ¿Por qué han hecho ver que es la máquina de promoción? Es una plataforma más, sólo que tiene WhatsApp e Instagram. Y si la atacas o censuras, saca otra plataforma. Tiene esa capacidad y poder. En Venezuela por el asedio no se ha podido desarrollar una plataforma propia.
—¿Qué ganaría con hacer una plataforma propia?
—Lo que ganó Hugo Chávez al ingresar a Twitter.
—Twitter no era de Chávez.
—No, pero si sueñas y construyes una plataforma propia con todos los inscritos en el Carnet de la Patria y creas grupos, transmites noticias, eventos, puede ser un medio caliente, además de la atención que ha creado a través de entrega de bonos. Si eso se acompaña con información sobre cómo invertir los petros o conseguir un crédito, es transformar la Big Data de Patria en información. Esto es apremiante porque el mundo se está digitalizando.
—¿En qué cambia la humanidad con la digitalización?
—En la condición laboral. Aquella persona que no entra en el mundo digital poco a poco va perdiendo su capacidad de acción. Las tareas fundamentales, los oficios en este momento, siguen manteniéndose en el régimen de lo binario, pero las cuestiones sociales han mutado a lo digital y estas comunicaciones te permiten traer al mecánico para la casa, enterarte de procesos a través de videos tutoriales.
—Se requiere una alfabetización digital.
—Y tenemos la experiencia cercana a la Misión Robinson, a las Canaimitas. Venezuela es un pueblo neofílico. La política y la disputa constante lleva al venezolano a estar en la búsqueda de información y tiene una condición esencial de burla, una subjetividad que le permite criticar el entorno y burlarse. Esa capacidad de burla es la que ha permitido muchísimas veces al chavismo salir adelante frente a la propaganda sucia.
Del colapso mundial al hype
Coincide con los que sostienen que el colapso global de la civilización vendría por una epidemia o por un impacto de un asteroide y daban alrededor de 60 años. “La pandemia del SARS-CoV-2 no va a parar”.
—La OMS no es muy esperanzadora.
—Lo que está pasando en Manaos es el principal ejemplo de que ese virus ya no va a agarrar vacuna. Bolsonaro lo convirtió en un laboratorio. Es un genocida.
—¿Cómo se expresa el colapso?
—Estados Unidos es el mejor ejemplo. Los números no los sacan porque dan miedo. Un caldo de cultivo perfecto para la reelección de Trump, pero el tema de la pandemia lo que ha adelantado son las condiciones de colapso de varios países. Entre ellos Venezuela. Tenemos años en colapso.
—¿Cómo la defines?
—Viene dada por los estados cuando pierden efectividad en servicios públicos, inversiones, financiamiento, PIB negativo, sin exportaciones. Nosotros tenemos todos los signos del colapso y aun así no logran derrotarnos. El tema de la resistencia, la capacidad de burla, terquedad del venezolano, la noción de Libertador, de Patria Grande… La migración de venezolanos, que para la derecha es un signo negativo, pero los venezolanos están librando batallas en donde sea que se paren. No son sumisos y se rebelan ante las injusticias, escuálido o chavista. Y ese signo venezolano está regado por toda América Latina.
—Los derechos que lograron con la Revolución Bolivariana lo replican en otros países.
—Esa generación nació y se crió con eso. Y lo asumen de forma natural y ahora piensan: “Esto no se ve en Venezuela”. Ellos lo saben. Quizás se quedan callados porque tienen que mantener una imagen. Tienen que mantener a su avatar, que les costó construirlo.
—Lo que practica en la realidad lo destruye en la red.
—El avatar lo construyes en la red. Subes la mejor foto y dices lo que es conveniente de acuerdo a tus relaciones digitales. Eso es en Twitter, pero en Facebook o Instagram es otro avatar, que te lleva a ser otro personaje. Al final, tu imagen es la misma que en algún momento la Big Data va a arrojarte, algún resultado que no estaba buscando.
—¿Qué papel tienen los influencers en las redes?
—Esto hay que entenderlo como un negocio. Son la Generación Chataing con una visión neoliberal, que hay que reiterar, son defensores del capitalismo a ultranza. Se atreven a defenderlo en situaciones en donde nadie los defiende. Eso lo permite la red porque esta no tiene censura y la única que se respeta es la plataforma a la que se monetiza el contenido. Son las leyes que respetan, lo demás lo trasgreden. Van en busca de la construcción del hype. El hype es el cordero de oro de la comunicación digital.
—Las buenas noticias no llegan a ser hype.
—No es llevar una cuenta, hacer un video, generar contenido o darle visibilidad a la gestión de una institución o una empresa. Es trascender en construir en diversas plataformas una matriz de opinión que pueda soportar el producto de manera creativa, irreverente, disruptiva.
—Cuando las informaciones son falsas en algún momento se quiebran.
—En los medios digitales se maneja la posverdad. “Yo quiero creer lo que quiero creer”. Todos los que usamos las redes somos un público mediatizado. Ahora no se respeta la opinión de los viejos. Eso ha quedado en el pasado.
—En las redes se dicen muchas cosas.
—La opinión en las redes digitales ha demostrado la capacidad de odio y de influencia dentro de la sociedad en general. Hay influencers que han utilizado su avatar para promover los derechos de las mujeres. Los hay de todo tipo. Lo que pasa es que nos enfrentamos a aquellos que están en Miami, que lo hacen para ese público y la derecha local, que están insertos en el capitalismo de la IV República y llega sin censura a través de internet.
—¿Qué respuesta se está dando?
—Para eso, no tenemos respuesta. Todos los días somos valorados de manera despreciable por estos influencers y esto le llega a la juventud, convirtiéndose en sus referentes.
¿El chavismo tiene influencers?
—La palabra influencer tiene un carácter comercial. El chavismo tiene personajes de opinión, tiene canas, voces respetadas, que no han sido trasladadas al lenguaje digital. No calan de igual manera en la juventud porque es acusado a cada rato de retrógrado. Es un valor que tiene 20 años de mecha electoral y política. El secreto está en renovar los métodos de comunicación, las estrategias, formatos.
—Está envejecida.
—Nuestra juventud viene con el fenotipo chavista y es difícil que esta revolución salga del pecho de los venezolanos. Si bien la cyberpolítica viene de las manos blancas que se agrupaban y militaban, pero el germen es Chávez. No hay otro como él y quebró el cristal de la cyberpolítica.
—Chávez fue el primer presidente que se comunicó por Twitter con la gente.
—Era la primera vez que un político le sacaba un provecho fundamental que es la respuesta inmediata. Chávez lo convirtió en un medio político. Trasladó su inteligencia a su avatar y este respondía, daba soluciones. Fue el primero que puso a vivir su avatar.
—¿Hay que hacer política en el cyberespacio?
—Gracias a internet se han aprendido oficios digitales. Cualquiera hace un logo, diseña su camisa, un mural, escribe un texto…
—Cualquiera es poeta…
—…cualquiera es un literato y la diferencia entre nuestra generación y la que viene, es que, para esta, está bien que lo hagas, es el hype. A la nuestra, nos pesa la academia que no nos la sacamos de la espalda. Y con ello va el peso de la historia, la experiencia.
Entrevista para Últimas Noticias.
Escritor y periodista. Autor de los libros de cuentos El bolero se baila pegadito (1988), Todo tiene su final (1992) y de poesía Algunas cuestiones sin importancia (1994). Es coautor con Freddy Fernández del ensayo A quién le importa la opinión de un ciego (2006). Gracias, medios de comunicación (2018) fue merecedor del Premio Nacional de Periodismo en 2019. Actualmente dirige y conduce Las formas del libro.