La televisión es el aparato de transmisión cultural de gran impacto en la homogeneización de la manera de pensar y opinar, de generar patrones de conducta e imponer valores. En el siglo XX, Eduardo Liendo, en El mago de la cara de vidrio (1973), novela con que inicia su carrera de escritor, explicó desde la ficción el término “enajenación”, que comprendió al leer el libro Comunicación y cultura de masas (1960), de Antonio Pasquali.
Cuando la novela de Liendo tenía un año más que la edad de Cristo, no se le renovó la concesión a RCTV, la televisora de la familia Phelps. Algo que nunca pensaron que pasaría, puesto que los dueños de las televisoras se creían intocables, que ponían y quitaban presidentes, hasta que llegó Hugo Chávez; pero antes, en 2002, los medios de comunicación privados tuvieron un papel protagónico en el golpe de Estado de abril de 2002 y en el sabotaje petrolero a finales de ese año, hasta que en febrero de 2003 se les “fue de la mano”.
El principio del siglo XXI estuvo signado por la “batalla de las ideas” y eso pasaba por comprender la industria cultural que se imponen, en especial, a través de los medios de comunicación hegemónicos. Una vez que los demás canales de televisión se repartieron el mercado audiovisual de RCTV, hicieron creer que tomaron su cauce, es decir, aplacar un poco el tema político, cuando su verdadero conducto es el de la enajenación, la alienación, que se genera por los mensajes que transmiten edulcoradamente con la imagen y el sonido.
Pierre Bourdieu quiso comprender por qué la clase obrera estaba en contra de sus luchas y reivindicaciones, y la respuesta la encontró en el inquilino “cara de vidrio”. En Sobre la televisión (1996) alerta sobre el peligro de la producción cultural en manos de este aparato, e incluso “que pone en un peligro no menor la vida política y la democracia”.
Las armas de las transnacionales de medios de comunicación actualmente son más sofisticadas y no pueden quedarse atrás con el papel que jugó ITT en contra de Salvador Allende. AT&T madrugó a quienes consumen el discurso audiovisual de Directv. Durante 24 años se instaló en buena parte de los hogares del país y ahora que tiene a la familia bajo una mayor exposición a la pantalla televisiva, debido a la cuarentena, retira su dosis alienante. Buen momento para despertar.
Saludos estimado Raúl. Parejo a tus líneas, veo una oportunidad de oro con la salida de Direct TV. Resumo: los nacidos en los 60’s no nos era necesaria la TV; por tanto, es el momento de reinventar la manera de fomentar el uso del tiempo libre, ocio y recreación con Actividades lúdicas y divertidas para amilanar el enlutado desengaño de nuestros compatriotas. Creo tener algunas oportunidades de cambio al respecto. Sé feliz. Simón Córdova Urdaneta