En 2002, el 11 de abril fue jueves. Un periódico del cual sólo guardo el recuerdo, sacó un edición “Extra” a media mañana con un título a ocho columnas: “La batalla final será en Miraflores”, como anuncio del golpe de Estado contra Hugo Chávez y la Revolución Bolivariana. Días antes, la Iglesia bendijo de la mano del sacerdote Luis Ugalde, a la Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV) y a la patronal Fedecamaras, que promovían, bajo camuflaje, un “paro cívico”.
Luego, el “ruido de sables” –como se le llamaba al descotento militar y que era el preámbulo de un alzamiento–, estuvo a cargo de un par de militares sin tropa, que se alzaron ante las cámaras de televisión.
Al día siguiente del golpe, en un programa de TV matutino, el guión fue develado sin pudor por los protagonistas, entre ellos, las empresas de medios de comunicación privados. La cronología hoy es conocida —el documental La revolución no será televisada y los libros Los documentos del golpe y Abril golpe adentro, de Ernesto Villegas Poljak, son referencia documental— y se entiende el papel que jugaron, por un lado, los que pretenden ser restauradores de una “democracia” que favoreció a las élites políticas de la Cuarta República y, por el otro, el pueblo bolivariano, que con valentía fue hasta Miraflores a respaldar a su líder: Hugo Chávez, que regresó un domingo en brazos del pueblo.
Chávez marcó un hito en la historia universal puesto que es el único mandatario que retornó a sus funciones después de haber recibido un golpe de Estado. La revolución bolivariana continuó y se radicalizó. Las clases dominantes separadas del poder continuaron su juego para tratar de defenestrarlo y los medios de comunicación tradicionales fueron desplazados por unas redes que nada tienen de sociales.
En 2020, el primer presidente chavista, Nicolás Maduro Moros, ha sido condenado por el Imperio más poderoso de todos los tiempos y perpetran un bloqueo naval al país. Antes intentaron derrocarlo con guarimbas. Bloquearon comercial y financieramente, que en estos tiempos de pandemia no cesa. Saquearon los activos nacionales en el exterior. Sin embargo, Venezuela ha dado una lección al mundo al contener, atender al pueblo sanitaria y solidariamente, y aplanar el contagio del Covid-19. De esto, la canalla política y mediática mundial mantienen un ruidoso silencio.
Impecable!