Las pandemias se repiten siempre como tragedia, aunque algunos crean que es una comedia. Desde hace 20 años los epidemiólogos han estado alerta ante esta posibilidad. Sin embargo, muchas visiones apocalípticas han corrido bajo las páginas de la literatura.
Un poco tarde entendimos –o lo olvidamos– que la ficción supera a la realidad. Edgar Allan Poe había advertido que “aun el más relajado de los seres, para quien la vida y la muerte son igualmente un juego, sabe que hay cosas con las cuales no se puede jugar”, en La máscara de la Muerte Roja. El cuento retrata fielmente a quienes actualmente descreen de las consecuencias letales del coronavirus (Covid-19).
La literatura de ciencia ficción también aporta advenimientos de algo que creemos imposible. A propósito de la pandemia, por las redes sociales comenzó a circular un cartel de una librería: “Señores clientes: Movimos los libros de distopías postapocalípticas a la sección de historia contemporánea”. Se lo reenvié al escritor José Negrón Valera y me contesta cual filósofo: “La distopía ha muerto”. Frase que reenvío a diferentes grupos en Whatsap atribuyéndoselo a Nietzsche e inmediatamente replica Silvestre Montilla: “Llegó primero que la utopía”.
Dos visiones enfrentadas en la literatura: utopía y distopía, pero para quienes estaban atentos a las noticias internacionales y, en especial, lectores de ciencia ficción, entendían que era inevitable que este virus –que no distingue clases sociales ni posiciones políticas– cruzaría las fronteras.
En Venezuela el presidente Nicolás Maduro implantó la cuarentena social y colectiva, Cuba envió médicos y medicinas a otros países, pero algunos gobiernos apegados a las reglas de la mano invisible del mercado no advierten ningún tipo de señal que no sea beneficioso para las corporaciones, que eufemísticamente llaman “economía”, y han sentenciado a su población al “sálvense quién pueda”.
Ricardo Piglia en vísperas de recibir el Premio Rómulo Gallegos declaró que “los géneros populares, como el policial y el de ciencia ficción, son los mejores críticos de la sociedad capitalista”. Y con el género policial podemos sostener que el coronavirus es letal, pero el emperador Donald Trump y sus bufones, como Jair Bolsonaro –por nombrar uno–, están cometiendo un crimen de lesa humanidad.