Che, marxismo y revolución

Hoy, cuando estamos en el mes aniversario del natalicio del Guerrillero Heroico, donde se cumplen 90 años de su nacimiento oportuno, es necesario dedicarle no uno sino miles de homenajes (aunque el mejor homenaje al Che es hacer la revolución) como se están celebrando en diversas partes de mundo, cientos de seguro le escribirán artículos, poemas y canciones. Nos sumamos a esta fiesta a través de las siguientes líneas que tratan de dar un bosquejo de algunos tópicos del pensamiento guevarista.

Che Guevara al igual que otros grandes comunistas tales como Antonio Gramsci o José Carlos Mariátegui, ha sido muchas veces por diversas razones tomado como un revolucionario separado de la tradición comunista del siglo XX, se pretende ver a este, como un personaje histórico único, descontextualizándolo de las diversas experiencias de construcción del socialismo que se desarrollaron durante el siglo pasado.

En estas posiciones han sido influyentes, posiciones socialdemócratas o ultra-izquierdistas tendientes a manipular las posiciones críticas y creativas de estos revolucionarios para contraponerlos como antagónicos de las prácticas de lucha de los partidos comunistas u otras experiencias revolucionarias. En este sentido, una cosa son las luchas que entre los comunistas se dan en todo momento para la definición de la táctica y la estrategia revolucionaria, y otra son las actitudes anticomunistas, algo totalmente contrapuesto con las posiciones que asumieron durante su vida el Che, Gramsci o Mariátegui.

Estas tendencias o agrupamientos que han pretendido separar al Che de la tradición comunista, lo han hecho desde perspectivas ultra izquierdistas en su mayoría, que pecan muchas veces de unilateralidad, debido a que priorizan el aspecto militar guerrillero del revolucionario argentino universal, mostrándonos una suerte de héroe épico, un foquista, un idealista y solitario.

Estas posiciones muchas veces obvian diversos aspectos de la praxis revolucionaria del Che, que van desde sus facetas como organizador partidario, pasando por la de planificador y administrador antiburocrático, teórico talentoso de las políticas económicas para la transición al socialismo (y el comunismo), hasta llegar a sus facetas como pensador que dio aportes y reforzó posiciones significativas del marxismo-leninismo. Teoría y práctica permanente eran unidad dialéctica siempre presente en el accionar del Che, siguiendo en este sentido y de forma consecuente el legado de Marx, de Lenin, de Martí, entre otros.

La mayoría de estas tendencias reconocen el carácter marxista (aunque el reformismo trate de disimularlo) del pensamiento del Che, pero les cuesta reconocer que además de marxista el Che era leninista; leninista en la construcción de la organización política de vanguardia; leninista en su análisis del imperialismo; leninista en su reivindicación del derecho de autodeterminación de los pueblos; leninista en su concepción de la guerra; marxista leninista en su agudo antidogmatismo, marxista leninista en su abnegado internacionalismo revolucionario que lo llevó a luchar en distintos lugares del planeta contra el imperialismo y por el socialismo.

Fue importante la labor que cumplió el Che Guevara en los primeros años de la Revolución Cubana en la construcción de la vanguardia organizada, por medio de la conformación del partido único de la revolución, el nuevo Partido Comunista de Cuba que fue constituido por la fusión de las principales organizaciones revolucionarias y progresistas que dieron al traste con la dictadura de Fulgencio Batista en enero del año 1959. Para esto basta con leer algunos textos referentes a la organización leninista, en este sentido destacan las agudas observaciones del Che en su escrito El socialismo y el hombre en Cuba sobre la relación dialéctica entre la vanguardia organizada y sus principales dirigentes con las masas, así como del papel del individuo en la historia (y específicamente en la Revolución Cubana) y la formación del hombre nuevo. O por otro lado El Partido Marxista Leninista (1963) donde Che expresa que: “El partido del futuro estará íntimamente unido a las masas y absorberá de ellas las grandes ideas que después se plasmarán en directivas concretas; un partido que aplicará rígidamente su disciplina de acuerdo con el centralismo democrático y, al mismo tiempo, donde existan, permanentes, la discusión, la crítica y la autocrítica abiertas, para mejorar el trabajo continuamente. Será en esta etapa un partido de cuadros, de los mejores, y éstos deberán cumplir su tarea dinámica de estar en contacto con el pueblo, transmitir las experiencias hacia las esferas superiores, transmitir a las masas las directivas concretas y ponerse en marcha al frente de éstas. Primeros en el estudio, primeros en el trabajo, primeros en el entusiasmo revolucionario, primeros en el sacrificio; en todo momento los más buenos, más puros, más humanos que todos los otros, deben ser los cuadros de nuestro partido”.

Más adelante al referirse de los cuadros marxistas dirá lo siguiente: “El marxista debe ser el mejor, el más cabal, el más completo de los seres humanos pero, siempre, por sobre todas las cosas, un ser humano; un militante de un partido que vive y vibra en contacto con las masas; un orientador que plasma en directivas concretas los deseos a veces oscuros de la masa; un trabajador incansable que entrega todo a su pueblo; un trabajador sufrido que entrega sus horas de descanso, su tranquilidad personal, su familia o su vida a la Revolución, pero nunca es ajeno al calor del contacto humano”.

En su texto El socialismo y el hombre en Cuba, como en su mensaje a la Tricontinental, el Che retoma y desarrolla la tesis leninista de la lucha por la independencia y la autodeterminación de los pueblos, como necesidad impostergable para derrocar al imperialismo y crear las condiciones necesarias para la construcción del socialismo.

“La lucha de liberación contra un opresor externo, la miseria provocada por accidentes extraños, como la guerra, cuyas consecuencias hacen recaer las clases privilegiadas sobre los explotados, los movimientos de liberación destinados a derrocar regímenes neocoloniales, son los factores habituales de desencadenamiento. La acción consciente hace el resto…”

En este orden de ideas Che en El Partido Marxista Leninista, nos habla del papel del partido revolucionario en las luchas contemporáneas antiimperialistas y anticapitalistas: “Si el partido marxista-leninista es capaz de prever las etapas históricas a sobrevenir y es capaz de convertirse en bandera y vanguardia de un pueblo aún antes de haber liquidado la etapa de liberación nacional -tratándose de nuestros países colonizados- entonces ese partido habrá cumplido una doble misión histórica y podrá afrontar las tareas de la construcción del socialismo con más fuerza, con más prestigio entre las masas”.

Por otro lado Che en su concepción de la guerra es íntegramente marxista-leninista, en sus escritos militares es perfectamente visible la influencia que ejercieron sobre su formación militar los textos de Mao Tse Tung y del general vietnamita Vo Nguyen Giap, además de su importante experiencia concreta como comandante en Cuba, el Congo y, finalmente, Bolivia. En este sentido el Che no entendía el foco guerrillero o la acción terrorista aislada como un fin en si mismo, sino como una etapa o táctica de la lucha revolucionaria cuyo objetivo estratégico era la transformación radical de la sociedad mediante la movilización combativa de la sociedad en general, y no mediante el accionar de un grupúsculo aislado vanguardista y puritano.

Che en sus Notas para el estudio de la ideología de la Revolución cubana (1960) nos expresó lo siguiente: “La Revolución Cubana toma a Marx donde éste dejara la ciencia para empuñar su fusil revolucionario; y lo toma allí, no por espíritu de revisión, de luchar contra lo que sigue a Marx, de revivir a Marx ‘puro’, sino, simplemente, porque hasta allí Marx, el científico colocado fuera de la historia, estudiaba y vaticinaba. Después Marx revolucionario, dentro de la historia, lucharía. Nosotros, revolucionarios prácticos, iniciando nuestra lucha simplemente cumplíamos leyes previstas por Marx el científico y por ese camino de rebeldía, al luchar contra la vieja estructura del poder, al apoyarnos en el pueblo para destruir esa estructura y, al tener como base de nuestra lucha la felicidad de ese pueblo, estamos simplemente ajustándonos a las predicciones del científico Marx. Es decir, y es bueno puntualizarlo una vez más, las leyes del marxismo están presentes en los acontecimientos de la Revolución cubana, independientemente de que sus líderes profesen o conozcan cabalmente, desde un punto de vista teórico, esas leyes”.

Otro elemento que me gustaría resaltar con fuerza son los aportes valiosos y poco conocidos del Che a la Teoría Económica Marxista o lo que él denominaba la Economía Política del periodo de Transición. Es curioso pero muy pocos revolucionarios conocen esta faceta del Che muy bien estudiada por Carlos Tablada y otros pensadores contemporáneos. La mayoría conocen al Che por sus facetas como comandante guerrillero, médico revolucionario, por sus ideas acerca del Hombre Nuevo, por su incansable estímulo al trabajo voluntario y la moral comunista entre otros elementos, pero desconocen y les cuesta ver en el Che a uno de los teóricos marxistas más originales de la historia.

Veamos los siguientes planteamientos del Che (2007) en una carta de 1965 dirigida a Fidel donde se sintetizan muchas de las principales conclusiones a las cuales llegó luego de sus tareas en el Banco Central y el Ministerio de Industrias (un gran detalle: el Che Guevara fue el responsable de la primera etapa de la industrialización socialista en Cuba). Él parte de una caracterización crítica del proceso de transición soviético: “…El hecho real es que todo el andamiaje jurídico económico de la sociedad soviética actual parte de la Nueva Política Económica; en esta se mantienen las viejas relaciones capitalistas, se mantienen las viejas categorías del capitalismo, es decir, existe la mercancía, existe, en cierta manera, la ganancia, el interés que cobran los bancos y naturalmente, existe el interés material directo de los trabajadores” (p. 11).

“… ¿cuál es el defecto fundamental de todo el sistema? Que limita la posibilidad de desarrollo mediante la competencia capitalista pero no liquida sus categorías ni implanta nuevas categorías de un carácter más elevado. El interés material individual era el arma capitalista por excelencia y hoy se pretende elevar a la categoría de palanca de desarrollo, pero está limitado por la existencia de una sociedad donde no se admite la explotación. En esas condiciones, el hombre no desarrolla todas sus fabulosas posibilidades productivas, ni se desarrolla él mismo como constructor consciente de la sociedad nueva” (p. 12).

Frente a esto que expresa alguna de las tendencias objetivas económicas que desencadenarían la restauración del capitalismo en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), el Che propone el Sistema Presupuestario de Financiamiento como alternativa del cálculo económico, como mecanismo original y más apegado a los principios marxistas:

“Nosotros pretendemos que nuestro sistema recoja las dos líneas fundamentales del pensamiento que deben seguirse para llegar al comunismo. El comunismo es un fenómeno de conciencia, no se llega a él mediante un salto en el vacío, un cambio de la calidad productiva, o el choque simple entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción. El comunismo es un fenómeno de conciencia y hay que desarrollar esa conciencia en el hombre, de donde la educación individual y colectiva para el comunismo es una parte consustancial a él…” (p. 14-15).

“… conciencia más producción de bienes materiales es comunismo…” (p. 15).

“En resumen, eliminar las categorías capitalistas: mercancía entre empresas, interés bancario, interés material directo como palanca, etc., y tomar los últimos adelantes administrativos y tecnológicos del capitalismo, esa es nuestra aspiración” (p. 17).

“Recalcando, los dos problemas fundamentales que nos afligen, en nuestro Sistema Presupuestario, son la creación del hombre comunista y la creación del medio material comunista, dos pilares que están unidos por medio del edificio que deben sostener”(p 18).

Estas observaciones del Che son bastante sugerentes porque echan por tierra esas visiones que nos presentan a Guevara como un romántico o voluntarista empedernido, el hecho de que colocara en un lugar de primer orden el papel de la conciencia no implicaba renunciar a la búsqueda de la satisfacción de las necesidades materiales, es decir, él como ministro no fue tan irresponsable como para desarrollar un sistema improductivo porque sólo eran suficientes los valores morales.

Finalmente el Che fue un internacionalista en todo el sentido de la palabra, protagonista privilegiado de las luchas de liberación nacional llevadas a cabo durante los años 60, en la cual el Bloque Socialista jugó un papel determinante. El Che combatió y murió en Bolivia por la sencilla razón que estaba convencido en su más profundo ser de que al imperialismo hay que combatirlo donde quiera que esté, que era necesario iniciar “uno, dos, tres o más Vietnam”, Che estaba convencido de que el Socialismo para triunfar debía mundializarse, y frente a la internacionalización de la explotación imperialista debía internacionalizarse la lucha de los pueblos.

Y él como era el polo antagónico a cualquier forma de demagogia y charlatanería, él actuaba como pensaba, y hacía lo que decía, teoría y praxis eran en el Che unidad indisoluble. Pienso que este es el mejor legado que nos dejó, su ejemplo de lucha, constancia y valor.

No es casual que afirmase que “el Socialismo es la ciencia del ejemplo».

Luis R. Delgado J.

Profesor Agregado de la Universidad de Carabobo, con Maestría en Historia de Venezuela. Director Académico del Centro de Altos Estudios del Desarrollo y las Economías Emergentes (Cedees). Investigador en diversas áreas de las Ciencias Sociales.

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