Carlos Marx: 200 años de vida y lucha
Este 5 de mayo es una fecha especial para todos los revolucionarios y revolucionarias del mundo, ya que en muchos países se realizaron diversos eventos de distinta índole, para conmemorar el bicentenario del natalicio del pensador universal Carlos (Karl) Marx.
Este gran revolucionario nació en Tréveris el 5 de mayo de 1818, en la región industrial de Renania, muy impactada por la Revolución Francesa y la Ilustración. De origen judío, Marx recibió desde muy temprano una educación esmerada que forjó en él ese espíritu acucioso y crítico que lo caracterizó durante toda su vida. El Che Guevara describió esta característica de la siguiente manera: “…su poderosa humanidad se concentraba toda en recorrer el camino, infatigablemente, de arriba a abajo, de abajo a arriba, en las ramas, sin perder de vista el tronco, sin desesperar jamás en su empeño”.
Influido por el clima intelectual de su época, fue inspirado enormemente por el pensamiento hegeliano, rompe con el idealismo de este impactado por los planteamientos materialistas de Ludwig Feuerbach, y posteriormente supera el mecanicismo de este último desarrollando su propio planteamiento teórico-metodológico junto a Federico Engels, la dialéctica materialista y el materialismo histórico. No puede dejar de resaltarse, que Marx desde su adolescencia tenía una profunda inclinación a luchar contra las injusticias, que no abandonaría jamás.
Debe aclararse que este desarrollo teórico, no se realiza aislado de la realidad mundana, en un escritorio, una montaña o una cómoda biblioteca, por el contrario el desarrollo del pensamiento de Marx se lleva a cabo gracias al contacto permanente con los problemas sociales de su tiempo y espacio. La lucha entre la burguesía ascendente y el declinante sistema feudal, el incipiente proceso de industrialización en Alemania (todavía fracturada en diversos principados) y la emergencia de un nuevo sujeto social explotado, el proletariado, que progresivamente iba ganando identidad y organización, son en definitiva los rasgos generales del contexto social dentro del cual emerge lo que se ha denominado Marxismo.
Este contexto social impulsa a Marx a estudiar desde joven la Economía Política (esencialmente inglesa) y los diversos sistemas socialistas utópicos. Estas investigaciones lo llevan a realizar junto a Engels una ruptura epistemológica, con la cual se inicia la construcción de la nueva teoría. La ideología alemana (1845) y la Miseria de la filosofía (1847), son las obras primigenias donde se expresan con precisión las tesis fundamentales del Materialismo Histórico.
Simultáneamente en la tesis 11 sobre Feuerbach (1845), Marx ya expresa que no basta con interpretar o explicar al mundo, sino que a su vez, este debe transformarse con la praxis revolucionaria. Esto debe entenderse, porque los planteamientos marxistas no son sólo teóricos, sino también prácticos, esencialmente políticos, herramientas para la lucha del proletariado. No tomar en cuenta lo anterior nos pudiese llevar a pensar que Marx fue solo un pensador a secas, obviando su enorme papel como organizador y dirigente del movimiento obrero internacional, la Liga de los Comunistas y la I Internacional de los Trabajadores, son dos pruebas contundentes de ello.
En el caso de la Liga de los Comunistas, este año se cumplió el 160 aniversario de la publicación de su manifiesto, el Manifiesto del Partido Comunista.
En el Manifiesto se plasma ejemplarmente ese proceso que Lenin denominó la fusión del movimiento obrero con la teoría revolucionaria. Porque este texto es producto de la conjunción de los esfuerzos del proletariado organizado hasta la fecha tanto en el cartismo como sobretodo en la organización secreta de la Liga de los Justos con los estudios que habían emprendido dos intelectuales de extracción burguesa como lo eran Marx y Engels.
Un hecho que pasa desapercibido es que para que esta conjunción se haya materializado fue necesario un titánico esfuerzo organizativo tanto de Marx como de Engels durante dos años para ganarse importantes núcleos obreros en Londres, Bruselas y Paris fundamentalmente. Fue necesaria una encarnizada lucha ideológica para ganarse a los trabajadores frente a las concepciones utópicas, y fundar la Liga de los Comunistas, primera organización revolucionaria del proletariado.
El Manifiesto del Partido Comunista es un documento donde se sintetizan de forma genial los enunciados fundamentales del Materialismo Histórico desarrollados a grandes rasgos por Marx y Engels, corroborados más adelante con las investigaciones críticas de la Economía Política que luego se plasman magistralmente en El Capital (1867).
Por esta razón, este texto es la partida de defunción del Socialismo Utópico y la partida de nacimiento del Socialismo Científico. La nueva sociedad en construcción no iba ser producto de una idea o plan genial de un intelectual piadoso, sino de un profundo proceso de lucha de clases que partiendo de las contradicciones inherentes a la sociedad capitalista iba dar lugar a una revolución que trastocaría definitivamente las relaciones de producción explotadoras derivadas de la existencia de la propiedad privada sobre los medios de producción.
El Socialismo Científico a diferencia del Utópico, no coloca en el centro de su teoría revolucionaria al proletariado por ser el que más sufre sino porque es el que tiene las condiciones como clase social para llevar hasta sus últimas consecuencias la revolución comunista. La clase obrera es la que pone andar todo el aparato productivo y aunque no lo sepa puede tener el control fáctico de la producción si derroca a la Burguesía.
En otro orden de ideas, este documento es el texto programático más importante de la historia del movimiento obrero y revolucionario contemporáneo, donde por primera vez se plasman sus intereses de clase de forma consecuente y sin ningún tipo de ambigüedad idealista.
Posteriormente, con la derrota de las revoluciones de 1848, Marx y Engels se exilian por el resto de sus vidas en Inglaterra. En Londres, Marx profundiza durante más de 15 años sus estudios económicos, los cuales le permiten descubrir la esencia de la explotación capitalista: la plusvalía, el doble carácter del trabajo, el trabajo como mercancía, la diferenciación de las categorías trabajo y fuerza de trabajo, la producción y circulación del capital, entre otros elementos teóricos que forman el edificio de su Crítica de la Economía Política.
Contribución a la Crítica de la Economía Política (1859) y El Capital (1867) son las principales obras donde se sintetizan estos claves descubrimientos científicos.
Paralelamente a esta febril actividad investigativa, Marx siempre estuvo vinculado al accionar organizativo de movimiento obrero, que entró en reflujo en la década de los 50, pero recuperó la ofensiva en la primera mitad de la década de los 60, creando el escenario propicio para la conformación de la Asociación Internacional de los Trabajadores o I Internacional, fundada en 1864.
El documento fundacional de la I Internacional fue redactado por Marx, siendo a su vez uno de los principales dirigentes de esta organización en los poco menos de 10 años de existencia de dicho organismo articulador mundial de los trabajadores.
Todo lo expresado anteriormente corrobora la afirmación de Engels en su discurso realizado ante la tumba de su entrañable amigo:
“…Marx era, ante todo, un revolucionario. Cooperar, de este o del otro modo, al derrocamiento de la sociedad capitalista y de las instituciones políticas creadas por ella, contribuir a la emancipación del proletariado moderno, a quién él había infundido por primera vez la conciencia de su propia situación y de sus necesidades, la conciencia de las condiciones de su emancipación: tal era la verdadera misión de su vida. La lucha era su elemento. Y luchó con una pasión, una tenacidad y un éxito como pocos […] puedo atreverme a decir que si pudo tener muchos adversarios, apenas tuvo un solo enemigo personal. Su nombre vivirá a través de los siglos, y con él su obra”.
Por todo esto, el pensamiento de Carlos Marx seguirá estando vigente mientras siga existiendo una burguesía para derrocar, el movimiento obrero y el capitalismo son dos caras de una misma moneda. El Socialismo Científico solo morirá cuando desaparezca su razón de ser, la lucha contra el capitalismo.
Finalizo estas breves líneas, con unas palabras expresadas por el Che en su Síntesis biográfica de Marx y Engels inédita durante décadas, la cual expresa la pertinencia del estudio de la obra marxista, y su revalorización creativa para las luchas del presente y el porvenir:
“Ese ser tan humano cuya capacidad de cariño se extendió a los sufrientes del mundo entero, pero llevándoles el mensaje de la lucha seria, del optimismo inquebrantable, ha sido desfigurado por la historia hasta convertirlo en un ídolo de piedra.
Para que su ejemplo sea aún más luminoso, es necesario rescatarlo y darle su dimensión humana”.
Ilustración: Enriko Maniago
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"Debemos reivindicar permanentemente la obra y legado de Lenin, como tesoro invalorable para las luchas que día a día libran la clase trabajadora y los pueblos de la Tierra", por @LuisRDelgadoJ https://t.co/EG0iz492Xt
— Visconversa (@visconversa) April 24, 2018
Profesor Agregado de la Universidad de Carabobo, con Maestría en Historia de Venezuela. Director Académico del Centro de Altos Estudios del Desarrollo y las Economías Emergentes (Cedees). Investigador en diversas áreas de las Ciencias Sociales.