Trump y la destrucción masiva del derecho internacional

El 20 de marzo de 2003, el mundo observó en directo cómo el gobierno de George W. Bush convertía la guerra y la carnicería en un show. Ese día comenzó un largo tormento para el pueblo iraquí. Estados Unidos (EEUU) y sus principales aliados europeos había decidido invadir el país bajo el pretexto de destruir unas supuestas armas de destrucción masiva que poseía el gobierno del entonces presidente Saddam Husseim.

El papel de Washington y sus aliados fue similar al del funcionario policial que ejecuta a una persona porque le pareció sospechoso y decide tomar la “justicia” por su mano. Sólo que en este caso, nadie en la comunidad internacional, ninguna institución global ha designado a los gobiernos de EEUU, Inglaterra, Francia, Alemania o España como policías del mundo.

Más de 300 mil personas fueron asesinadas por los “aliados” en Irak. Miles de miles huérfanos, familias desgarradas, innumerables personas afectadas de por vida por los ataques con uranio empobrecido, un arma ilegal según la Organización de Naciones Unidas (ONU) y que fue usado impunemente por los estadounidenses.

Aún están frescas las imágenes de la cárcel de Abu Grhaib, donde los iraquíes eran torturados y humillados por efectivos militares de EEUU, quienes además se burlaban de las escenas y las divulgaban al mundo. Un atropello sin comparación contra la soberanía y la dignidad de una nación y de un pueblo. Todo ello basado en una mentira.

Fue tanto el exabrupto que los mismos actores que perpetraron el crímen contra Irak reconocieron mas tarde que eran falsos los informes sobre armas de destrucción masiva. ¡Hipocritas!, un reportaje de la BBC de Londres, que no tiene ninguna sospecha de vinculación con organizaciones de izquierda o antiimperialistas, destaca que meses antes de la invasión ya las inteligencias estadounidenses y británicas conocían que era mentira que Husseim escondiera algún tipo de armas de destrucción masiva.

El reportaje de BBC indica: “El primer informe del gobierno británico sobre armas de destrucción masiva posterior al inicio de la guerra dice que Blair y los grupos de inteligencia ‘se engañaron a sí ’. Este informe estuvo a cargo de Robin Butler”.

Hollywood de una masacre

En febrero de 2011 ocurrían en Libia una serie de protestas destinadas a promover el derrocamiento del mandatario de esa nación, Muhammar Khadafi. Dichas manifestaciones tenían como epicentro la ciudad de Benghazi y eran apoyadas financieramente por las famosas agencias estadounidenses para la “democracia”.

En realidad, ya había focos armados organizados para intentar acabar con el gobierno que más conquistas sociales había logrado para su pueblo en el continente africano. En paralelo los medios de comunicación concentrados dirigían todas sus municiones a fabricar la mentira de un genocidio en puertas en Libia. EEUU e Inglaterra aceitaban su maquinaria de guerra, sus socios menores, Italia y Francia les seguían el coro.

En una puesta en escena al estilo de Hollywood inventaron un ataque armado de las fuerzas gubernamentales contra civiles en Bengazi. Hubo testimonios del montaje cinematográfico, pero la decisión se había tomado en Washington desde hace algún tiempo. Hillary Clinton tenía todo calculado para bombardear e invadir Libia.

Así como en el caso de Irak, para Libia, el Consejo de Seguridad de la ONU sirvió como instrumento canalizador de la masacre. Paso a paso fueron aprobando cada resolución de asedio y bloqueo contra estos países.

El 19 de marzo de 2011, el régimen estadounidense desataba su furia contra el pueblo libio. 110 misiles tomahawk fueron lanzados contra ese país. Obama había ordenado el inicio de la invasión, la OTAN lo acompañaba. Había acusado a Khadafi de bombardeos contra civiles, pero los que usaban su aviación para atacar pueblos y ciudades eran Washington y sus aliados, de la forma mas cobarde. Fueron semanas de intensos bombardeos, otra vez miles de víctimas inocentes.

Libia fue desmantelada como Estado, la hicieron ingobernable y una diáspora de cientos de miles de personas siguen muriendo hoy en día, tratando de escapar en barcazas de la violencia y la miseria. El mar Mediterráneo que los separa de Europa es su nueva tumba. El Consejo de Seguridad quedó mudo, es una tragedia que la mayoría de sus integrantes prefiere ignorar.

No hace falta la ONU

La admistración de Donald Trump se ha arrebatado la careta de las formas diplomáticas y tal vez ya ni haga falta la ONU para que el Pentágono siga cometiendo barbaries contra la humanidad. El mandatario estadounidense descalifica frecuentemente el papel del organismo internacional e incluso anunció su retirada de una de sus instituciones fundamentales: la Unesco.

La geopolítica mundial es diferente a la de 2003 cuando devastaron Irak y a la de 2011 cuando destruyeron a Libia. Desde aquel momento Rusia, el principal rival desde el punto de vista militar, para EEUU, endureció sus posturas en defensa de un orden mundial multipolar. El ritmo que llevaba Washington era el de perpetrar una demolición controlada del planeta, o de los que consideraba sus adversarios.

El de Trump es un régimen supremacista, en el que se sienten seguros de ser superiores a otros pueblos y que poseen la gracia divina para “comandar” La Tierra.

El pasado fin de semana, la Casa Blanca dio una demostración de ello, sin ni siquiera intentar acudir al Consejo de Seguridad decidieron atacar militarmente a Siria, acusando al gobierno de Bashar El Assad de ejecutar un ataque con armas químicas contra población civil en la ciudad de Duma. Durante varios días mantuvieron en vilo al mundo, porque el anuncio de Donald Trump implicaba el riesgo de confrontación con Rusia, el país que decidió acompañar a Siria a combatir las bandas terroristas que operan en esa nación con la complicidad de Washington y sus aliados.

Fracasaron

Luego de amenazas y truculentos tuits en el que iban incluídas advertencias a Moscú, la triple alianza integrada por EEUU y sus socios menores de Reino Unido y Francia, lanzó un ataque con misiles tomahawks contra varios puntos de la geografía siria.

Dijeron que el objetivo era destruir almacenes y centros de fabricación de armas químicas. La gran farsa. El 5 de enero de 2016, la Opaq (organismo que regula el uso de armas químicas en el mundo) anunció la destrucción del 100% del material de este tipo localizado en la nación árabe. La comisión fue avalada por los estadounidenses. ¿Le mintieron en aquella ocasión al mundo?

La realidad es que atacaron diversas instalaciones militares sirias y otras de investigación científica, en momentos en que el país avanzaba hacia su estabilización y a la victoria definitiva sobre los grupos terroristas que operan bajo la tutela de EEUU. El gobierno de El Assad no tenía por qué utilizar ningún tipo de armas químicas y la mayor demostración de ello, es que horas después del ataque anglofrancés lograron liberar por completo la región de Guta, donde supuestamente había ocurrido el ataque químico.

Los bombardeos contra Siria, ocurrieron apenas horas antes que la delegación de la Opaq iniciaran las investigaciones en el lugar de los acontecimientos. No tenía sentido el ataque. Las cifras del Estado Mayor ruso y de Siria también destacan el fracaso de la agresión, los sistemas antiaéreos del país árabe derribaron 70 de los 103 misiles lanzados en su contra.

En el contexto de este fracaso, algunas personas en las redes sociales se preguntó acerca del rol que le tocó a las fuerzas francesas. ¿Acaso fueron las responsables de llevar canapés y champaña a los centros de mando?

Chevige González Marcó

Periodista y analista internacional. Trabajó en La Radio del Sur, Venezolana de Televisión, Radio Nacional de Venezuela y actualmente es parte del equipo editorial del Correo del Orinoco.

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