El país de lo desaparecido
Tal vez es un simple mito poco científico pensar que tenemos algo así como karmas que marcan nuestras vidas. Dicen que ocurre con las casas que llegamos a habitar y donde pudo haber ocurrido un episodio trágico. Dicen que pasa con aspectos de nuestras vidas pasadas, esas que se borran de nuestra memoria, pero que aparecen como relámpagos cuando creemos que ya estuvimos alguna vez en un sitio que visitamos por primera vez.
Puede ocurrir con países, tal vez, por ejemplo con la Argentina, el país de lo desaparecido. Aquel donde llegaron los españoles a exterminar y no pudiendo lograrlo le pasaron el testigo a quienes traicionaron a San Martín para imponer una hegemonía que hasta hoy sufren los argentinos.
Luego vino Faustino Sarmiento y entonces los indígenas y los afrodescendientes comenzaron a desaparecer, “se los debe exterminar sin ni siquiera perdonar al pequeño, que tiene ya el odio instintivo al hombre civilizado”, el notable civilizado sediento de sangre era él obviamente. Fueron cientos de miles los que se fueron y aún se desconoce su paradero, tan católico que era Sarmiento que seguro hasta lobby hizo para que no los dejaran entrar al cielo. Por tanto son almas desaparecidas.
Así quedó marcada una historia, la de las desapariciones como denominador común de su devenir. Trataron de borrar lo suramericano, lo original para imponer el modelo. Aún así, usted mira por fuera del televisor y se encuentra que el argentino mestizo sobreviviente.
Sucesivos gobiernos armados con sus afiladas gomas de borrar continuaron la tarea, esos mestizos que se le salvaron a Sarmiento fueron borrados de los núcleos urbanos para acomodarlos en los suburbios, en las villas miseria. Les consiguieron algunos tantos miles de italianos del sur, que desprevenidos los lanzaron a acompañar a los desparecidos.
Vinieron los dictaduras militares contemporáneas y hasta organizaron un Mundial para mientras tanto borrar personas. Fueron hasta la guerra para borrar y borrar. En Las Malvinas si estaban en primera línea y muy visibles los muchachos de las barriadas a la vista de los ingleses para que también los civilizaran a fuego.
Por estos días llegó Macri, un tipo de esos catalogado como dinosaurio en una vieja canción de Charly García que es la especie de himno del karma. Y entonces multiplicaron de nuevo los espantos, los mapuches que se le habían escondido a Sarmiento fueron marcados en fosforescente y así fue como desaparecieron a Santiagho Maldonado, un “criollo” que se le juntó a los no civilizados.
Si Sarmiento desapareció millones, las dictaduras 30 mil y la falsa democracia hizo lo suyo por allí, como en Cromañón o como con Julio López, Macri se superó a si mismo (es decir al sistema) y desapareció un submarino completo con 44 militares a bordo. Desaparecieron la misión que cumplió la nave, desaparecieron hasta cualquier gesto de disimulo para aparentar que estaban conmovido. Total Macri sabe que su papel en la vida es desaparecer… a otros.
Periodista y analista internacional. Trabajó en La Radio del Sur, Venezolana de Televisión, Radio Nacional de Venezuela y actualmente es parte del equipo editorial del Correo del Orinoco.