Una victoria contra Argentina
El triunfo electoral de la alianza Cambiemos que conduce el presidente argentino Mauricio Macri no representa una señal de peligro sino la confirmación de que la Argentina ingresó en una espiral neoliberal que arrasará con las conquistas históricas de la sociedad en cuanto a derechos laborales, sociales, jubilatorios e incluso económicos. Esto no es de ahora, se trata de un proceso que comenzó en 2013 cuando todavía la entonces presidenta Cristina Fernández de Kirchner (CFK) gobernaba estas tierras.
La derechización de la sociedad no es el producto de un simple cambio de gobierno sino fruto de un proceso que, lamentablemente, no se supo ver a tiempo y, peor, no se encontraron las herramientas para impedirlo.
La sociedad argentina está dividida, como buena parte de las sociedades de Latinoamérica, donde subsiste un sector social que fluctúa entre las posiciones más claramente definidas en lo que puede considerarse como modelos de país. El campo nacional y popular, que gobernó durante 12 años, ha perdido el respaldo de ese sector fluctuante pero no sólo por deficiencias propias sino también por una impresionante maquinaria que el modelo neoliberal cuenta como aliado: los grandes medios de comunicación.
La derecha argentina tuvo desde siempre una injerencia en un sector de la sociedad pero que no se había traducido en una expresión democrática, léase un partido o una alianza política. Durante 87 años, desde 1930, recurrió al atajo del golpe de Estado que, con el correr del tiempo, se volvieron cada vez más sangrientos. Todos esos golpes tuvieron el respaldo de un sector de lo que se denomina como sociedad civil, desde ciudadanos comunes y corrientes a los grupos poderosos y económicos de cada época. Esta expresión política necesitó casi nueve décadas para finalmente encontrar la alternativa democrática y eso es Cambiemos.
Por lo general se consideró que “la salida por derecha” era producto de crisis políticas, sociales y económicas que no lograban resolver los partidos tradicionales que en la Argentina eran representados por la Unión Cívica Radical y el Partido Justicialista (peronismo). Sin embargo, en 2015 cuando triunfa Macri la Argentina no vivía una crisis o por lo menos no se acercaba ni a los tobillos de los que había vivido en el pasado.
El caprichoso hito de 2013 comenzó a hacerse palpable a partir de los comicios parlamentarios de ese año, en los que comenzó a vislumbrarse un declive electoral de lo que se conoce como Frente para la Victoria (FpV), el partido o frente que hasta ahora representa a CFK, que no se supo cómo detenerlo.
Las disputas internas que se desataron en el FpV fruto del impedimento constitucional para que Cristina reeligiera su cargo (en la Argentina sólo hay una reelección presidencial) minaron la cohesión de los grupos que lo integraban. A eso hay que sumar el claro desgaste que sufre todo gobierno y, por qué no, los errores cometidos en este tiempo tanto nacional como en algunas provincias estratégicas como la provincia de Buenos Aires.
Pero esto no suele ser suficiente para perder el control del Estado y sobre todo a manos de un dirigente político gris como es Macri que no destacó como gobernante de la ciudad capital de la Argentina y cuya formación política e incluso educativa deja bastante que desear. El rol que jugaron los monopolios mediáticos, definitivamente incorporados al poder económico, fue fundamental por el grado de penetración que tienen en estos tiempos tecnológicos.
Los pulpos mediáticos, que la ley de Servicios de Comunicación Audiovisual no logró frenar por errores propios y ajenos, consiguieron incorporar en el “sentido común social” que el kirchnerismo había resultado la más grande estafa para el país y que gobernó como una verdadera mafia. No hay pruebas de ello pero en estos tiempos de “posverdad”, como le dicen actualmente, no es necesario. Ni siquiera parece ser suficiente contrastar con todos los derechos recuperados y los nuevos alcanzados para demostrar que es una simple mentira.
Las defecciones de sectores del peronismo que se acercaron al macrismo, casi de manera inmediata a que éste asumió la presidencia, ayuda a confirmar la tesis de lo malo que parece que fue el kirchnerismo.
En la actualidad el único partido que puede conformar un frente político capaz de enfrentar la ola neoliberal es el peronismo. Sin embargo, antes debe resolver cuestiones internas, porque en su interior conviven sectores conservadores e incluso débiles a las presiones del actual gobierno. En este marco CFK tiene una responsabilidad de peso en dicho proceso de recuperación, en el que tiene que aportar a la cohesión del peronismo, incluyendo el restablecimiento de los nexos con los sectores sindicales. No es imposible pero sí complicado.
A todo esto hay que sumar el complejo político, mediático y judicial que está operando y avanzando sobre ex funcionarios de gobierno kirchneristas, que incluye a Cristina. Un proceso para el cual se abandonó sin pudor la Constitución, las leyes y el debido proceso, detiene a opositores. La libertad está en peligro y la democracia también.
Periodista. Fue vicepresidente de la agencia de noticias argentina Telam entre 2005 y 2009. Trabajó en Tiempo Argentino y Radio Nacional. Actualmente labora en Página 12, en donde se inició en esta profesión hace aproximadamente dos décadas.